martes, 3 de enero de 2012

La Laguna: El agua no puede ser un negocio

Por Juan Ignacio Viciana, concejal de XTF en el Ayuntamiento de La Laguna 
 
Acabamos de asistir a un debate surrealista en el Pleno del Ayuntamiento de La Laguna en el que el Gobierno de ATI-CC-PSOE ha querido convencernos de que a pesar de que cada abonado tendrá que pagar un mínimo de 4 euros más en cada una de las 6 facturas que le llegue durante el año 2012 (24 euros más), las tarifas del agua han sido congeladas.
 
Hablamos de un servicio de recepción obligatoria, todos somos clientes forzosos de una empresa que con el respaldo del Ayuntamiento opera en régimen de monopolio y nos impone unas tarifas que nada tienen que ver con los costes reales del servicio.
 
Cada metro cúbico de agua que Teidagua compra a 0,64 € se lo vende luego a los ciudadanos a 1,85 €, triplicando su precio por el camino sin que quede muy claro por qué.
 
No se calculan los costes del servicio para definir después las tarifas, sino justo lo contrario: se suman las inversiones que pretenden hacer, los sueldos de los trabajadores a los que quieren contratar, el beneficio industrial para la empresa (1,3 millones de euros), el superávit adicional que toca en 2012 (casi medio millón de euros), y luego se diseñan unas tarifas para recaudar todo ese dinero entre el mercado cautivo que son los ciudadanos y ciudadanas de La Laguna.  
 
Por eso se permiten cobrar, se abra el grifo o no, un mínimo de casi 20 euros fijos en cada factura que llega. Sin gastar una gota de agua, cada uno de los 72.684 abonados tendrá que pagar un mínimo de 19,10 euros/bimestre a Teidagua.
 
Entre otras cosas para abonar entre todos los 974.875 euros que cuestan las pérdidas de agua en la red (un 13,5% de la que se compra), o los 336.158 euros adicionales que supone la subida en un 7,8% de la partida de costes de personal, entre los que se encuentran los más de 60.000 euros del sueldo de Javier Abreu, concejal responsable del servicio.
 
El mismo que se pasó 4 años poniendo a parir a Teidagua, llegando incluso a sugerir con cuantiosas y costosas vallas publicitarias que bebiendo el agua del grifo de La Laguna uno se podía morir, ha acabado convertido en empleado de la empresa cuya gestión se supone que tiene que vigilar. Este es un asunto que no tiene precedentes y que supone un recargo innecesario en la estructura de costes del servicio, que Abreu ha diseñado, con el beneplácito del alcalde, simplemente para poder cobrar dietas al mismo tiempo del Ayuntamiento.
 
Y luego viene al Pleno sin propuestas de cambio de calado: nada de medidas que tengan que ver con la mejora de la calidad del agua, nada de un nuevo sistema tarifario más justo, y desde luego nada del abaratamiento del precio del agua, que prometieron tantas veces en caso de llegar al poder.
 
En La Laguna se está cobrando a precio de oro un agua que es mala y obliga a las familias que pueden a comprar agua embotellada incluso para cocinar. Y se penaliza a las familias menos pudientes, que dejan de pagar agua porque no pueden, cobrándoles un coste de reconexión de 31,26 euros (como si la fueran a contratar nuevamente) sin que nadie haya sabido explicar por qué no es de 15, de 10 o de 5 euros. Y no hablamos de una anécdota, está previsto que a lo largo de 2012 esta cuota de reconexión se le cobre a 2.303 familias, nada menos que el 3,10% de los abonados.
 
Cuando un Gobierno municipal decide ceder la gestión de un servicio público esencial y obligatorio  como el del agua a una empresa con parte de su capital privado, tiene que imponerse como primera misión vigilar la gestión de la misma. Y aquí ha pasado justo lo contrario, la persona que tenía que estar vigilando la gestión se ha convertido en empleado de la empresa a la que tenía que vigilar.
 
Cuando esa empresa triplica el precio del mismo metro cúbico compra a 0,64 € para venderlo luego a los ciudadanos a 1,85 €, hay que estar en disposición de explicar muy bien por qué. Si no, ocurre lo que en La Laguna, que el servicio del agua se ha convertido en un negocio cuya dimensión es imposible de calcular porque no hay transparencia.

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